LLEGÓ EL FIN DE LOS TRATAMIENTOS


LLEGÓ EL FIN DE LOS TRATAMIENTOS

Por fin ha llegado el tan esperado día... ¡el último tratamiento! Parecía tan lejos… Me he levantado más nerviosa que de costumbre, he llegado al hospital, donde me espera lo ya conocido: aparcar el coche, esperar el turno, el análisis con el consiguiente pinchazo (¿en qué brazo?; ya están machacaditos por los tratamientos de 6-7 horas) y luego la consulta; todo un día en el hospital. Paciencia y buena cara, que no se gana nada con prisas o malas caras. Hoy, a pesar de la huelga, la oncóloga me atiende, me explora con cariño. Yo diría que también esta contenta de que sea mi último ciclo. Parece que todo se va dando bien, la quimio la tienen preparada muy pronto y además el tratamiento va a ser corto. Seguro que es una buena señal.

Cuando estoy empezando a ver pasar la primera bolsa de suero empiezo a pensar en todo lo bueno que entra en mi cuerpo. Hay que descartar todo pensamiento o palabra con connotación negativa (ejemplo: “tóxico”, mejor “tratamiento”). De momento esto es la hidratación, me sienta bien y me prepara para la medicación más fuerte que viene luego. Me relajo y miro a mí alrededor. Hoy me parece que hay más gente joven como yo; hasta hoy me parecía que yo era la única jovencita entre los pacientes. Pienso en el tiempo transcurrido aquí, en esta sala, donde he estado tantas horas, donde he dormido, me he reído, he oído música, he sufrido cuando el brazo me quemaba por el oxaliplatino, he tenido miedo cuando veía gente a mi alrededor en situación muy mala, he conversado con las enfermeras (siempre con una sonrisa y animando a pesar de tener que acudir a los numerosísimos pitidos de todas las máquinas), he trabajado con mi teléfono a tope respondiendo correos del trabajo, he chateado con muchísimos amigos que se acordaban de que estaba en la quimio y me escribían sin cesar, me hacía pensar que estaba rodeada de todos ellos, por lo menos de su energía. También he tenido la suerte de haber charlado y charlado con mi amiga de la infancia, mi primera amiga, que me acompañaba todos los días que yo tenía que venir al hospital y con quien he recorrido muchas conversaciones sobre lo Divino y lo humano, sobre lo propio y ajeno, como cuando éramos pequeñas; ¡no hay mal que por bien no venga!. Es cierto que cuando llegas a la sala de espera del hospital de día ves pacientes que están mucho peor que uno y eso hace que uno dé gracias a Dios y quiera apoyar, dar ánimos al que está al lado; muchas veces una simple conversación es suficiente para arrancar una sonrisa. El ofrecer tu dolor por otra persona que lo está pasando mal hace que ese dolor mejore sustancialmente. Es curioso que la sociedad tenga como asco, temor hacia los enfermos de cáncer pero somos gente normal, con nada contagioso y con ganas enormes de salir adelante. Creo que es bueno hacer que la gente se pare un poco, sean agradecidos y puedan ayudar aunque sea con unas palabras a esas personas que lo estamos pasando mal, aunque a veces los enfermos tengamos ganas de estar un poco autistas. Es duro ver que las fuerzas de antaño no te siguen; hay que aprender a reservarlas y querer volver a llenarlas.


Y ahora me pregunto:
- ¿Cómo va a ser mi vida a partir de ahora?
- ¿Me olvidaré de esta experiencia que ha puesto mi cuerpo al límite y mi alma también?
- ¿Quiero olvidarme de esta experiencia?, creo que no. Esta experiencia me ha cambiado la vida a mejor, me ha hecho plantearme que nada es eterno, que no estamos aquí para siempre y que las cosas hay que aprovecharlas HOY. Que tener amigos es muy importante, aunque a veces estén más asustados que uno. Que no hay mal que dure cien años. Que siempre sale el sol después de la tormenta. Que no soy otra persona por haber pasado por esto, simplemente soy mejor. Mejor porque me conozco más, porque detecto mejor lo que les pasa a los demás, sé mirar de otra manera. Mejor porque he conocido a una mujer estupenda, con quien he compartido esta experiencia desde el primer tratamiento, a la que no olvidaré.  Mejor porque ahora me asustan menos cosas. Mejor porque ahora tengo más amor para dar. Mejor porque estoy aprendiendo a hablar de lo que siento y decírselo a mis amigos, a mi familia. Mejor porque en el trabajo pongo mis límites. Mejor porque puedo mirar a mi hija con fuerza y optimismo y reconocer en ella todo el amor incondicional que tiene para darme a pesar de los momentos en que yo tengo miedo de que sufra y le exijo mucho para que se prepare para el futuro. Mejor porque quiero recuperar a mis amigos y disfrutar al máximo de mi familia. Mejor porque he abierto mis sentidos para recibir el cariño que la gente que está a nuestro alrededor  nos quiere dar y que el ritmo de la vida de hoy nos impide ver y recibir. Diría que es más difícil recibir que dar. No somos indestructibles ni tan fuertes como para no necesitar ayuda. Es cierto que parece que tenemos encima un nubarrón que no nos deja pensar en positivo, que nos llena de miedos, pero hay q echarlo a un lado y llenarse de fuerzas para así ver el sol, lo positivo que nos dará fuerza.


Todo esto y mucho más es lo que he pasado en mi último día de quimio, ahora solo me queda el famoso TAC para confirmar que todo está bien. En algún pequeño momento tengo alguna duda y simplemente dejo que salga para que no moleste y luego lleno mi pecho de oxígeno para VIVIR, mucho más tiempo, mejor y sin miedos.

Hoy sí que voy a dormir bien, aunque mañana y pasado me encuentre un poco revuelta y durante un tiempo note en la punta de mis dedos y la planta de mis pies un hormigueo, un cosquilleo, unos pinchazos, que me recuerde esa sensación de estar medio despertando. Es verdad mis manos y pies están despertando para tocar diferente, para pisar diferente en este nuevo mundo que acabo de empezar a descubrir y donde yo voy a elegir el color que le pongo.

Un abrazo y que tengas un buen día, tras día, tras día....


Hoy es 12 del 12 del 12 y he recibido el tratamiento a las 12:12, era el tratamiento número 12 y ha sido en el 12 de octubre!!!!

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