CUANDO DEJE DE ADAPTARME Y EMPECÉ A PEDIR

Si hay una situación que recuerdo desde muy pequeña es aquella en que me preguntaban: ¿qué quieres? Y yo no lo sabía. No eran peguntas muy difíciles, de hecho yo veía como los demás niños tenían muy clara su respuesta. Daba igual que la pregunta se refiriera al sabor de un helado, el color  de una falda, mi plato de comida favorito o si quería quedarme a dormir en casa de una amiga. Me hice experta en leer qué era lo que querían los demás y contestaba para que ellos estuvieran contentos.
Recuerdo perfectamente la situación en la que algún mayor me preguntaba y yo buscaba en mi interior la respuesta. No tenía ni una pista de donde encontrarla. Miraba fuera y veía que todo el mundo decidía y sabía lo que quería en muchas situaciones, incluso montaban unos berrinches tremendos si no lo conseguían.
Yo no. Me conformaba. Aceptaba lo que me daban. Confiaba en que los demás sabían lo que era bueno para mi y yo me ADAPTABA. Asumía lo que recibía y procuraba buscarle la utilidad o el lado positivo. Desde fuera era una “NIÑA BUENA”.
Me imaginaba muchas situaciones cambiantes y en ellas buscaba los recursos para adaptarme. Me hice super experta en mecanismos de adaptación, en buscar lo positivo de las situaciones más diversas, pero todo tiene un precio. Lo que no sabía hacer era reconocer mi deseo, mi impulso,  mis necesidades, mi gusto... Esto lo he ido descubriendo poco a poco y es ahora que decido SER FIEL a mi misma, con mis gustos, mis necesidades, mis deseos,  mis preferencias... y ahora puedo conectar conmigo y puedo afirmar que:

- me deleitó en febrero cuando descubro que están floreciendo los almendros
- disfrutó de luz en la hora de la puesta de sol
- me encanta el sonido de las olas del mar Atlántico rompiendo en la orilla
- me fascina coger en brazos a un bebé y sentir su energía
- me gusta oír el Concierto de Brandeburgo
- disfrutó del ritmo de los movimientos de mi cuerpo cuando hago Chikun
- admiro fascinada cada expresión de mis hijos

Y no me gustan los ruidos de fondo, que mucha gente hable cuando como, que los niños lloren...

Y muchas de estas características pueden venir de mi nacimiento. Nací prematura y me llevaron a un lugar sumamente hostil donde tuve que sobrevivir y me acostumbré a vivir. Nadie me preguntaba que quería y todo el mundo asumía qué era lo mejor para mi. Me ADAPTÉ Y SOBREVIVI.

AHORA PUEDO DECIDIR: QUÉ QUIERO COMER, DONDE QUIERO VIVIR, A QUÉ ME QUIERO DEDICAR, CON QUIEN ME QUIERO RELACIONAR, ETC, ETC...

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