"Y al calor del fuego de mi hoguera... te recuerdo hoy..."


Estos días de Semana Santa, hemos ido a pasarlos al campo. Es un viaje que normalmente no hacemos pero mi marido y los niños estaban deseando, así que lo pensé mucho y cambiamos viajes a lugares lejanos, viajes de trabajo, por estos días en el campo. La verdad es que no me arrepiento para nada (bueno también digamos que arrepentirme no es algo que me guste y normalmente no lo hago, así que no voy a presumir ahora de eso), quiero decir que al final me he alegrado de estos días. Han sido geniales, hemos estado los 4 juntos (bueno los 5 porque Ponto, nuestro labrador, también estaba). Hemos estado todo el día juntos, durmiendo, comiendo, desayunando... cosa que en Madrid no podemos hacer. Los niños estaban felices, disfrutando de todo lo que iban encontrando; un huevo caído de un nido, las huellas de los zorros, los conejos, el caballo, los corderitos, la salamandra, el rio, la cometa, las nubes, el coche, la linterna, el baño, la chimenea, la fuente.... todo con esa mirada inocente, abierta, limpia y contagiosa. Mi marido casi, casi igual (bueno yo creo que era de él del que se contagiaban los niños), disfrutando de todo lo que se puede hacer allí. Y yo que soy la que siempre voy con más reticencia, también me he podido relajar, he podido dormir y he podido aliarme al tiempo, en vez de estar peleada con él. He podido disfrutar de mis fotos que me ayudan a captar los momentos y las imágenes que a simple vista no soy capaz de disfrutar y que tengo que poner al otro lado del objetivo para atrapar su belleza y  disfrutarla en diferido. Así he podido disfrutar del olivo que veis más arriba, del fuego que me calentó y del agua que me atrapó el oido. Además como ahora me dejo llevar más por las señales, me sorprendí ya que por mi cumpleaños había planteado que quería una mecedora (busqué algunas y cuando concluí que no teníamos sitio para ponerla desistí), así que nada más llegar allí descubro unas mecedoras que llevan allí toda la vida y en las que no había reparado. Así que parece que el destino me había escuchado y había hecho que mi estancia allí fuera lo más placentera posible. Así que me dediqué a tumbarme en la mecedora y contemplar el fuego. Bueno tendré que confesar que he leído más apuntes de la cuenta y me he conectado bastante a internet. Bueno... todavía no puedo despegarme tanto de mi vida Urbanita.

Bueno os dejo, me voy a dormir...

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